Colombia: ¿Cómo es vivir en la isla más poblada del planeta?

La isla de Santa Cruz del Islote en el Caribe colombiano es un espectáculo visual de contrastes. En medio del exuberante mar de color verde esmeralda, están las casas de cemento de hasta tres pisos amontonadas una tras otra.

La lancha Fox que sale con 40 turistas desde Coveñas se detiene. Este es un tour por varias islas y playas del Parque Nacional Corales del Rosario y de San Bernardo.

El guía menciona que “llegamos a la isla más densamente poblada del mundo”. Este lugar mide un poco más de una hectárea, algo así como el tamaño de una Plaza de Bolívar en Bogotá, incrustada en medio del océano.

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“Es opcional si quieren conocerla. Si es así, deben pagar 10.000 pesos en la entrada por persona”, indica el guía, un joven afro y delgado de gafas oscuras. También explica que uno de los atractivos de la isla es un acuario con diversas especies de peces y tiburones. Ningún turista se queda en la lancha y todos pagan por entrar.

A la entrada del islote, una mujer recibe el dinero y a cambio distribuye un papelito con la advertencia de entregarlo a la salida. Tamara, la mujer que recibe el dinero, espera a que todos los turistas se reúnan en un punto para empezar a contar la historia del lugar.

“Cuenta la leyenda que la isla empezó a poblarse hace más de 200 años, cuando unos pescadores la descubrieron. Esta era una zona muy rica para la pesca”, dice mientras se oyen los cantos de cuatro niños que juegan debajo de una mesa de madera destartalada, parafraseando las letras de las canciones de champeta y hasta la nueva de Shakira con BZRP.

Foto: Carolay Morales

Las casas en la isla de Santa Cruz del Islote

La mayoría de las casas están viejas, con pisos de cemento y pintadas de diversos colores, donde el azul del mar y los animales del océano son protagonistas.

También, aunque muy pocas, las hay con televisores muy grandes, sala, comedor y pisos con baldosa. En el centro de la isla, a unos 15 pasos de la entrada, está el colegio, un salón comunal y en la mitad, como en un patio, hay un monumento pequeño de la Cruz de Mayo.

Los turistas siguen recorriendo el lugar al tiempo que observan curiosos la cotidianidad de la isla de Santa Cruz. La gente en sus casas viendo televisión, las mujeres cocinando, la tienda, la pequeña plaza de mercado contigua al único bar al aire libre con la música a todo volumen y los niños jugando.

“Llegamos a la pista de baile”, dice Tamara a los turistas, mostrando una pared blanca con los nombres de las diez islas que hacen parte del Archipiélago de San Bernardo en el departamento de Bolívar. En esa pared también están las frases que más usa la gente. “Care mondá, espeluque, bollazo, eche pa´allá”.

“¿Cuál pista de baile?”, pregunta un turista. Tamara le contesta, señalándole con el dedo, que está parado justo en la pista. Un patio cercado por cuatro paredes al aire libre. “Aquí nos reunimos para las celebraciones especiales como las de Fin de Año y Navidad. Pero no cabemos todos y a veces nos toca repartirnos”, explica.

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Cuenta también que las riñas o peleas “se desatan más cuando la gente toma mucho trago pero acá nos calmamos porque todos nos conocemos”, dice al reportar que en la isla viven unas 800 personas “aunque podrían ser hasta 1.200 porque el resto trabaja y estudia por fuera”.

Unos ocho pasos adelante de la pista de baile, queda el acuario. Un estanque de cemento pequeño en el que hay tiburones nodriza y peces entre medianos y grandes.

Metido en el agua, está también un joven de la isla que anima a los turistas a convivir por unos minutos con el único tiburón que sale a flote con él. “El tiburón no hace nada, es mansito”, asegura. Varios lo piensan y unos 20 turistas terminan en este acuario, la mayoría toca al tiburón.

Foto: Carolay Morales

Esta práctica ha sido cuestionada en diversas ocasiones, incluso por los mismos turistas. A principios del año 2020, debido a una denuncia en redes sociales, Parques Nacionales coordinó con la Fundación Tortugas del Mar y la Capitanía de Puerto de Coveñas, la liberación de varios tiburones y así se hizo.

Sin embargo, la gente en la isla argumenta que, dada disminución en la pesca, el turismo se convierte en una opción importante, siendo el atractivo principal conocer a los tiburones.

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En Santa Cruz parece que hay más humanos que peces. Según reportes del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (Invemar), en los Archipiélagos de San Bernardo, este cambio tendría relación con “la disminución de la cobertura de los ecosistemas de coral, la deforestación de manglar y bosque seco, las deficiencias en la calidad del agua y el cambio climático”. El agua potable y el manejo de las basuras en la isla tampoco están resueltos.

Víctor Morel, habitante, cuenta que el agua potable llega a través de la Armada Nacional desde Cartagena o “tenemos agua para consumir, solo cuando la lluvia cae”. Don Víctor dice que la recolección de las basuras se hace una vez al mes también por gestiones de la Armada.

“¿Qué es lo mejor de vivir acá?”, le pregunta un turista a don Víctor, un hombre afro, alto y con el pelo blanco. “La tranquilidad que tenemos acá, que nos conocemos todos. Acá no hay robos, no hay violencia, no hay atracos ni secuestros. Vivir acá es el paraíso”.

Carolay Morales