Director de Soberanía Territorial advierte que el río Amazonas no debe ser intervenido en disputa con Perú

La tensión diplomática entre Colombia y Perú por la isla de Santa Rosa, ubicada sobre el río Amazonas, abrió un debate de fondo sobre la soberanía, la navegabilidad y el manejo ambiental de la principal arteria hídrica de la región. La controversia se desató después de que el Congreso peruano declarara a la isla como distrito en julio, decisión que generó un pronunciamiento directo del presidente Gustavo Petro hacia su homóloga, Dina Boluarte.
Javier Pava, director de Soberanía Territorial de la Cancillería y encargado del caso por parte de Colombia, explicó que la prioridad no debe ser una intervención física sobre el río, sino la construcción de acuerdos bilaterales que respeten los tratados internacionales y permitan enfrentar de manera coordinada los delitos ambientales en la frontera. “Las obras que ha hecho la Unidad de Gestión del Riesgo o las CAR en otros casos para tratar de controlar los ríos no han sido exitosas. Los ríos no se pueden controlar porque siempre van a intentar recuperar su cauce antiguo”, advirtió.
La disputa está atravesada por un problema estructural: la dinámica natural del Amazonas y el riesgo de que, para 2030, su cauce se aleje de Colombia debido a la acumulación de sedimentos y la formación de nuevas islas, fenómeno que ya documentan estudios de la Armada y que podría aislar físicamente a Leticia del acceso directo al río.
Dos escenarios para el diálogo bilateral
Pava detalló que existen al menos dos espacios diplomáticos previstos para abordar el tema. El primero será la reunión de ministros de Relaciones Exteriores de los ocho países amazónicos, programada para el 21 de agosto, en el marco de la cumbre presidencial que se desarrollará en Bogotá del 19 al 22 de ese mes. La Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) ya confirmó la asistencia del canciller peruano.
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El segundo escenario será la Comisión Mixta Permanente para la Inspección de la Frontera Colombo-Peruana (Comperif), que sesionará el 11 y 12 de septiembre. Por Colombia, la delegación estará presidida por Pava, con el acompañamiento del Instituto Geográfico Agustín Codazzi, el Ideam, la Dirección General Marítima y otros observadores técnicos. “Hay unos temas que Perú considera que han sido definidos, pero lo ha hecho unilateralmente y en un tema de frontera se requiere tomar decisiones bilaterales, pues los acuerdos internacionales están por encima”, subrayó el funcionario.
Pava señaló que acudir a un litigio en la Corte Internacional de Justicia sería la última opción, no solo por los años que tardaría en resolverse, sino porque desviaría la atención de lo que considera la prioridad: combatir de manera conjunta la minería ilegal, el narcotráfico y otros crímenes ambientales que afectan la conservación de la Amazonía.
El problema: un río en constante transformación
Expertos como Santiago Duque, profesor de la Universidad Nacional sede Amazonía, advierten desde 2007 que si no se corrige la dinámica del Amazonas, su cauce podría dejar de pasar por territorio colombiano en menos de una década. Según sus estudios, la lenta velocidad con la que fluye en el sector colombiano provoca que deposite sedimentos, formando islas que desplazan el cauce hacia Perú, donde ocurre el fenómeno contrario: la velocidad erosiona las orillas. Brasil ya ha recurrido a dragados en el muelle de Tabatinga para frenar la acumulación de sedimentos.
Pese a esas advertencias, Pava insiste en que intervenir el cauce podría generar efectos contrarios a los esperados y agravarse con la variabilidad climática. “Es mejor ajustarnos a esas nuevas dinámicas. Entender que el tema no es someter al río sino ordenarnos alrededor de él”, sostuvo, y propuso que esta visión sea la base de cualquier nuevo acuerdo con Perú.
Un antecedente histórico de soberanía
El origen jurídico de la disputa se remonta a 1934, cuando Colombia y Perú firmaron un tratado para garantizar que el país tuviera acceso al Amazonas. En aquel entonces, solo existían las islas Ronda y Chineria-Rondiña en la zona, pero con el paso del tiempo y por acción natural del río han aparecido otras, incluida Santa Rosa. Si el cauce se aleja, Colombia podría enfrentar la situación paradójica de tener que cruzar a esa isla para embarcarse en el río desde Leticia.
Duque resume el dilema: el límite fronterizo se fijó en un sistema vivo, y eso obliga a que ambos países se sienten nuevamente a dialogar. La decisión sobre si intervenir o no el río no solo definirá la geografía futura de la frontera, sino también la manera en que Colombia defienda su acceso soberano al Amazonas.