Indígenas Emberá: ¡sin derechos humanos!

La situación de los más de mil 380 indígenas Emberá que han encontrado refugio en un albergue en el centro de Bogotá es desgarradora y representa una dolorosa realidad que infringe gravemente sus derechos humanos.

La Unidad de Protección Integral ‘UPI La Rioja’, en el corazón de Bogotá, que debería haber sido un refugio provisional, se asemeja más a una prisión de hacinamiento. El albergue, que aloja a más de 1.385 personas, incluidos 700 niños, presenta una escena desgarradora de miseria y necesidades básicas insatisfechas. La falta de baños y condiciones deplorables de higiene, sumadas a la precariedad de la infraestructura, exponen a las personas, especialmente a los niños, a enfermedades y riesgos inaceptables.

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Historias de los indígenas Emberá en Bogotá

Indígenas Embera, como Leonibal Campo, comparten sus historias de desplazamiento forzado debido a la violencia. Este líder Embera Katio llegó a Bogotá hace seis años buscando seguridad y oportunidades, pero en lugar de encontrar un refugio adecuado, se encontró en una situación más difícil que vivir en las calles. La pérdida de sus formas de vida tradicionales y la conexión con su cultura son aspectos que añoran profundamente.

El albergue es testigo de una escena desoladora, con carpas hechas de bolsas de basura negra que sirven de «hogares» para estas personas. La falta de servicios básicos como baños y agua potable es alarmante. La salud de los más vulnerables, los niños, se encuentra en peligro constante, habiendo reportado la muerte de 16 niños debido a enfermedades relacionadas con la desnutrición en el último año. Estas condiciones, como señalan los expertos, equivalen a una violación de los derechos humanos básicos.

A pesar de las sentencias de la Corte Constitucional en 2004 y 2009 que declararon un «estado de cosas inconstitucional» debido a la falta de recursos y capacidad institucional para asegurar los derechos de la población desplazada, la situación de los indígenas Embera en Bogotá sigue siendo alarmante. La falta de respuesta efectiva por parte de las autoridades distritales y nacionales ha exacerbado esta crisis humanitaria.

Las mujeres Emberá en el albergue, que enfrentan la barrera del idioma y la discriminación, se ven obligadas a cocinar en condiciones precarias. Salen a las calles de Bogotá para vender artesanías y ganarse la vida, pero a menudo se enfrentan al maltrato y la indiferencia de algunas personas. La lucha por la dignidad, el reconocimiento y el respeto de sus derechos fundamentales es constante y desafiante.

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