“Ese perro que no ha ladrado es Trump”: nuevos correos vincularían al presidente de EE. UU. con el escándalo de Jeffrey Epstein

Una investigación de The New York Times reveló correos electrónicos de Jeffrey Epstein que lo muestran insinuando información comprometedora sobre Donald Trump.
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Trump y Epstein.
Foto: La investigación del New York Times evidencia que Epstein monitoreó a Trump durante al menos ocho años después del supuesto distanciamiento entre ambos. / AFP.

Una nueva entrega de documentos obtenidos por una comisión del Congreso de Estados Unidos ha vuelto a tensar el ambiente político en Washington. Se trata de más de 20.000 páginas de correos electrónicos enviados y recibidos por Jeffrey Epstein —el financiero acusado de explotación sexual de menores— que fueron verificados y analizados por The New York Times. En ellos aparece un patrón constante: Epstein hablaba con frecuencia sobre Donald Trump, insinuaba tener información sensible sobre su vida privada y sus negocios, y aseguraba ser “el único capaz de acabar con él”.

Entre los mensajes divulgados destaca uno dirigido en 2011 a Ghislaine Maxwell, su socia y posteriormente condenada por tráfico sexual. Allí, Epstein escribió: “Ese perro que no ha ladrado es Trump… [la víctima] pasó horas en mi casa con él, y nunca ha sido mencionado”. Esa frase, ahora parte del archivo que estudia el Congreso, reaviva las preguntas que nunca fueron respondidas plenamente durante la administración Trump.

Los documentos muestran que Epstein consideraba su relación pasada con Trump como un activo político y mediático capaz de influir en su propia caída en desgracia.

Una década siguiendo cada movimiento de Trump

La investigación del New York Times evidencia que Epstein monitoreó a Trump durante al menos ocho años después del supuesto distanciamiento entre ambos. Correos de 2011, 2012, 2015, 2016, 2018 y 2019 demuestran que el financiero recopilaba artículos, preguntaba a abogados por las finanzas del empresario y comentaba decisiones políticas de su gobierno.

En un correo de 2012, Epstein pidió a su abogado revisar aspectos financieros de Trump, incluyendo la hipoteca de Mar-a-Lago y un préstamo multimillonario. En 2015 escribió a un periodista ofreciendo presuntas “fotos de Donald y chicas en bikini en mi cocina” —aunque nunca se verificó que existieran—. Un año después sugirió elaborar una “narrativa alterna” sobre Trump en medio de la publicación de un libro que detallaba las acusaciones contra él mismo.

En 2018 envió mensajes a figuras como el exsecretario del Tesoro, Lawrence Summers. En uno de esos correos aseguró que Trump estaba “al borde de la locura”. En otro, tras comentar sobre investigaciones en curso, escribió: “Es increíble… porque yo soy el único capaz de acabar con él”.

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La relación que nunca terminó del todo

Trump ha declarado que rompió vínculos con Epstein a mediados de la década de los 2000. Sin embargo, los documentos muestran que para Epstein esa relación seguía siendo relevante, útil e incluso estratégica. No se han divulgado correos enviados por Trump, pero la correspondencia del financiero sí demuestra que utilizó esa relación como instrumento para influir, negociar o presentarse como un actor con información privilegiada sobre el entonces presidente.

Los documentos publicados por el Congreso revelan que figuras influyentes —periodistas, asesores, académicos, abogados— consultaban a Epstein sobre él de manera constante. Para el Times, esa dinámica explica por qué el archivo Epstein sigue siendo un asunto incómodo para Washington y un punto de presión para el Departamento de Justicia, que aún custodia material sensible no divulgado.

Una publicación que ahonda la crisis política en EE. UU.

Tras la divulgación del archivo, Trump respondió en redes sociales y acusó a los demócratas de usar “el engaño de Jeffrey Epstein” para desviar la atención de sus problemas políticos. Su base más radical insiste en que el FBI oculta material comprometedores sobre Epstein y que las filtraciones buscan perjudicarlo a él de manera directa.

El análisis del Times, sin embargo, muestra otra realidad: los documentos divulgados no son una filtración política aislada, sino el resultado de citaciones oficiales del Congreso que buscan esclarecer los alcances de la relación entre Trump y Epstein, y lo que el Departamento de Justicia conoció —o decidió no divulgar— en su momento.

La sombra de Epstein sigue en Washington

Los nuevos documentos no son concluyentes, pero obligan a la administración estadounidense a responder si hubo información relevante retenida entre 2016 y 2020, mientras el acusado de tráfico sexual seguía en contacto con figuras del poder.

Para The New York Times, esta publicación es apenas un nuevo fragmento de un rompecabezas mayor: uno que sigue revelando cómo Epstein utilizó su red de contactos —y en particular su nexo previo con Trump— para negociar su imagen pública mientras enfrentaba investigaciones que nunca terminaron de esclarecerse por completo.