“No son máquinas de guerra, son víctimas”: el presidente Gustavo Petro pide perdón por muerte de menores y explica bombardeo en Guaviare
La noche este miércoles, el presidente Gustavo Petro acudió a una alocución para abordar uno de los episodios recientes más sensibles de la política de seguridad: la muerte de menores de edad en el bombardeo ordenado en zona rural del Guaviare. El mandatario abrió su intervención con un mensaje de duelo y reconocimiento del dolor que atraviesan las madres de los menores fallecidos, enlazando ese drama humano con un análisis amplio del conflicto, el incumplimiento del acuerdo de paz y el fortalecimiento de las economías ilícitas en la Amazonia.
Antes de su exposición técnica para pronunciar una frase que selló el tono de la alocución: “Eso no impide que le pida perdón a las madres que ven morir sus hijos en combate tanto desde el campo de los adultos como en el campo de los menores que peor es, porque se pierden vidas que hubieran podido ser muy beneficiosas para la sociedad colombiana. […] la guerra es siempre un hecho anómalo y negativo para cualquier sociedad”. Con esa declaración, el Presidente hizo explícito que el objetivo de su gobierno es evitar que los jóvenes —y en especial los menores— sigan cayendo en dinámicas bélicas que responden al narcotráfico y al reclutamiento forzado.
Desde ese punto de partida, conectó la muerte de los adolescentes con la situación general del conflicto, los incumplimientos del Estado en zonas rurales, la degradación armada reciente y el crecimiento simultáneo de los cultivos ilícitos y de la minería ilegal en territorios como Vichada, Guaviare y la Amazonia.
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Perdón presidencial y rechazo a la guerra: “Son vidas que el país pierde”
El presidente insistió en que la guerra nunca puede normalizarse. Subrayó que la muerte de menores no debe ser leída bajo la doctrina de que los niños reclutados se convierten en “máquinas de guerra”, pues en su criterio son víctimas de redes criminales que los arrastran a enfrentamientos en los que pierden la vida. “No estoy de acuerdo en que son máquinas de guerra, son víctimas”, afirmó.
El mandatario reiteró que la construcción de la paz es la verdadera meta del país y que la política de seguridad del gobierno se orienta a proteger la vida, no a imponer una estrategia de exterminio. El reconocimiento del dolor de las familias, dijo, debe ir acompañado de un análisis estructural: la persistencia de economías ilícitas, la ausencia del Estado en regiones apartadas y la explotación de niños y adolescentes por parte de los grupos armados.
Ese dolor expresado ante las pantallas abrió paso un bloque más técnico en la intervención, donde el mandatario presentó evidencias estadísticas para sustentar su tesis: la violencia que hoy golpea a la Amazonia y la Altillanura es una consecuencia directa del abandono del acuerdo de paz y del desmonte del PNIS entre 2020 y 2023.
1.404 combates y la doctrina militar: la fuerza pública sí actuó
El presidente Petro quiso desmontar la idea de que, por restricciones del Gobierno, la fuerza pública quedó inactiva. “¿Quién dijo que la fuerza pública se quedó quieta? ¡Mentiras! Son 1.404 combates”, expresó, destacando que las Fuerzas Militares han sostenido acciones operativas constantes contra estructuras criminales desde el inicio de su mandato.
Señaló que, en ese marco, él mismo autorizó 13 bombardeos, todos bajo estricta aplicación del Derecho Internacional Humanitario. “Obviamente debemos tener cuidado de la población civil. En todos hemos tenido cuidado suficiente para que no caiga población civil en los combates; eso se llama el principio de distinción en el Derecho Internacional Humanitario”, dijo.
Con cifras, el mandatario explicó que esas operaciones dejaron 13.666 combatientes neutralizados, de los cuales 631 murieron en combate, apenas un 4 %, lo que —según su lectura— evidencia que el propósito no es matar, sino capturar y desarticular estructuras. “No es el objetivo de la fuerza militar matar, ha sido capturar”, insistió.
A la vez, reconoció un hecho doloroso: “Entre estos neutralizados hay muchísimos menores de edad”, lo que refuerza la gravedad del reclutamiento y explica por qué, desde su punto de vista, deben mantenerse acciones ofensivas que reduzcan la capacidad de coerción de los cabecillas.
Bombardeo en Guaviare: un ataque “de apoyo aéreo cercano” para proteger a 20 soldados
Uno de los puntos más sensibles de la alocución fue el análisis del bombardeo en Guaviare. El presidente contextualizó el operativo en la doctrina de la Fuerza Aeroespacial Colombiana, que define el “apoyo aéreo cercano”: acciones en las que se emplea fuerza aérea para evitar que una tropa sea superada o aniquilada.
“El apoyo aéreo cercano es cuando viene una columna de rivales militares, en este caso grupos del narcotráfico, a atacar una unidad militar y entonces se usa el bombardeo. Es exactamente lo que pasó”, explicó.
Según el mapa mostrado en pantalla, entre 120 y 150 combatientes del grupo de Iván ‘Mordisco’ se acercaron a menos de 300 metros de 20 soldados en la selva. “Íbamos, como Estado, a defender a muchachos, soldados, que estaban a 285 metros, de una fuerza 6 o 7 veces superior desde el punto de vista de personas, todas completamente armadas en medio de la selva. Allí caen menores de edad como combatientes”, dijo.
El Presidente insistió en que no había certeza de que hubiera menores en la columna armada, aunque admitió que era posible presumirlo debido al reclutamiento forzado. “No lo sabíamos exactamente. Se puede presumir la existencia de menores por una actividad que va contra el Estatuto de Roma y el Derecho Internacional Humanitario”, afirmó.
Además, anunció una acción concreta: “lo cual lo coloca como un criminal de guerra que debe ser denunciado ante la Corte Penal Internacional, yo lo voy a hacer porque tengo esa facultad”, dijo, refiriéndose a Iván ‘Mordisco’.
Al defender la legitimidad de las operaciones militares, el mandatario enfatizó: “No queremos que se nos compare y que se nos asigne como si hubiéramos violado el Derecho Internacional Humanitario, que ninguno aquí lo hace”. Y, al referirse a los menores muertos, insistió: “No estoy de acuerdo en que son máquinas de guerra, son víctimas”.
Explicó que, cuando menores son capturados vivos, la instrucción es remitirlos a instituciones de protección. “Se les trata tal cual como en el Derecho Internacional Humanitario; no como un combatiente adulto, se les hace prisioneros y se liberan a instituciones que puedan cuidarlos, a sus familias si es posible y a las comunidades en el caso de niños indígenas”.
Aclaró, sin embargo, que renunciar a los bombardeos solo incentivaría más reclutamiento. “Si abandonamos los bombardeos por la razón de que los capos de los grupos armados reclutan niños […] entonces ellos van a reclutar más niños”, afirmó.
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“No vamos a dejar matar a 20 soldados”: decisión extrema y resultado militar
El presidente relató el momento previo al operativo. Según los datos mostrados, 20 soldados se encontraban en situación de alto riesgo frente a una fuerza entre seis y siete veces superior. Frente a ese escenario, dijo, no podía permitir que fueran asesinados. “Porque nuestro deseo es que haya paz, no vamos a dejar matar a 20 soldados”, afirmó.
El resultado operativo, según la presentación oficial, incluyó:
- 2 desmovilizados,
- 1 capturado,
- 3 menores recuperados,
- 6 ametralladoras incautadas,
- 24 fusiles,
- 10 armas cortas,
- 154 proveedores de fusil,
- 3 morteros de 60 mm,
- 25 minas antipersonales,
- explosivos y miles de municiones.
El presidente describió esto como una “derrota estratégica” para ‘Mordisco’ y una operación que evitó la muerte de los soldados. También lamentó profundamente las muertes ocurridas: “Indudablemente hay que lamentar las vidas humanas. Yo no me alegro, yo siempre he hablado de personas. Son personas, seres humanos que mueren. Y en el caso de menores combatientes es una vida por delante que el país pierde”.
Reclutamiento, coltán y narcotráfico: el poder criminal de ‘Mordisco’
El mandatario dedicó una parte sustancial de su alocución a explicar la estructura criminal dirigida por Iván ‘Mordisco’. Sostuvo que su red combina: control armado, reclutamiento de menores, dominio de zonas cocaleras, explotación de oro y tierras raras, y comercio transfronterizo con compradores en Venezuela.
Según el análisis del Presidente, ese entramado delictivo es el motor de la violencia en amplias zonas del sur del país. Señaló que la coca que maneja ‘Mordisco’ llega directamente a Alirio Zárate, alias ‘Runcho’, uno de los articuladores del negocio en la altillanura.
El presidente presentó un mapa de riesgo que documenta cómo, en zonas de presencia intensa de la estructura de ‘Mordisco’ en Meta, Guaviare y Caquetá, una región atrapada en el terror, la violencia ha crecido de forma alarmante entre 2024 y 2025. Destacó aumentos como:
- 34,6 % en homicidio intencional,
- 250 % en masacres,
- 450 % en secuestro,
- 220 % en trata de personas,
- 213 % en desplazamiento,
- 46 % en confinamiento.
A estas cifras se sumó una reflexión sobre el impacto histórico del narcotráfico en la población civil. “Si uno contara los civiles muertos alrededor del tema del narcotráfico, por cualquier razón, la cifra se eleva a 300 mil personas muertas desde hace 50 años, con un nivel muy alto que hubo en el 93 (1993)”, dijo, al señalar que aunque la tasa de homicidios nacional hoy es significativamente menor, la situación en Meta, Guaviare y Caquetá sigue siendo crítica.
“Ese grupo intenta esclavizar a la población campesina”, afirmó el Presidente, responsabilizando directamente a la estructura de ‘Mordisco’ de esta agudización de la violencia.
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Un Estado incumplido y la urgencia de invertir en los territorios
En el cierre de su intervención, el presidente enfatizó que la violencia y el reclutamiento están ligados a condiciones estructurales: pobreza, falta de educación, precariedad institucional y abandono histórico de los territorios. Señaló que muchas de las zonas donde operan estas redes criminales coinciden con regiones donde el Estado no ha garantizado derechos fundamentales.
“Por eso, buena parte de la inversión debe dirigirse a estos objetivos”, dijo, al vincular la respuesta militar con una obligación social: reparar la ausencia estatal, ampliar la educación y fortalecer las comunidades para evitar que más niños y jóvenes terminen en manos de grupos armados.
La alocución culminó con una doble afirmación: el perdón expresado por el Presidente a las madres de los menores muertos y la defensa de que esos jóvenes no son enemigos, sino víctimas capturadas por la lógica del narcotráfico y del reclutamiento forzado. Entre el dolor y las complejas decisiones militares, el mandatario insistió en que la meta es la paz, incluso cuando el país enfrenta las dimensiones más crudas de su conflicto armado.