La Tierra en cuidados intensivos: siete de los nueve límites planetarios ya han sido superados

La comunidad científica internacional lanzó una nueva señal de alarma sobre el estado del planeta. Según el informe Planetary Health Check 2025, elaborado por el Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (PIK), el mundo ha sobrepasado siete de los nueve límites planetarios, un modelo que mide la estabilidad de los sistemas que hacen posible la vida en la Tierra.
El concepto de los límites planetarios fue presentado en 2009 y ha servido como una especie de “analítica de salud” del planeta. La idea es clara: si se traspasan ciertos umbrales, los ecosistemas pierden capacidad de sostener la vida humana. En 2009 eran tres los límites superados; en 2015, cuatro; en 2023, seis. Hoy, en 2025, ya son siete.
Boris Sakschewski, analista del sistema terrestre del PIK y uno de los autores del informe, lo explica con una metáfora clínica: “En este momento, muchos parámetros se encuentran fuera del rango de seguridad, como tener varios indicadores de salud alterados al mismo tiempo. Cada uno ya es riesgoso, pero juntos se potencian entre sí”.
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Biodiversidad y uso del suelo: el corazón de la crisis
La integridad de la biosfera presenta la mayor señal de alarma. La pérdida acelerada de especies y ecosistemas supera con creces el margen de seguridad, mientras la transformación de paisajes naturales por deforestación, agricultura e infraestructura reduce la cobertura forestal global a menos del 60 %, muy lejos del 75 % considerado seguro.
El informe advierte que si la cobertura desciende por debajo del 54 %, se entrará en una zona de alto riesgo irreversible. Este deterioro se conecta con otros límites como el cambio climático y el agua dulce, mostrando cómo la degradación ambiental es un proceso interdependiente.
Nitrógeno, fósforo y nuevas sustancias
El exceso de fertilización agrícola ha duplicado la disponibilidad de nitrógeno en el último siglo. Gran parte termina en ríos, lagos y mares, provocando zonas muertas sin oxígeno. Lo mismo ocurre con el fósforo, usado masivamente en fertilizantes. Ambos ciclos han perdido equilibrio, afectando ecosistemas terrestres y acuáticos.
A esto se suman las llamadas “entidades novedosas”: más de 350.000 sustancias químicas creadas por la humanidad —desde microplásticos hasta compuestos PFAS— que se distribuyen globalmente sin control suficiente y alteran procesos biológicos y ambientales.
Cambio climático, agua dulce y océanos en riesgo
El cambio climático es otro límite sobrepasado. Las concentraciones de CO₂ y otros gases de efecto invernadero alcanzan niveles récord, acelerando el calentamiento global y alterando patrones de lluvia y temperatura.
El ciclo del agua dulce también muestra graves perturbaciones. Sequías extremas e inundaciones se intensifican en más de una quinta parte de la superficie terrestre, producto de la extracción excesiva de agua para agricultura, industria y consumo humano, sumado al impacto del clima.
Los océanos, por su parte, absorben gran parte del CO₂, pero con ello se acidifican. El pH ha caído en 0,1 unidades desde la era preindustrial, lo que implica un aumento de acidez de hasta 40 %. Esto compromete la supervivencia de corales, moluscos y, en consecuencia, cadenas tróficas enteras.
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América Latina y la Amazonía, claves para el futuro
Hay dos noticias positivas: la recuperación progresiva de la capa de ozono, gracias al Protocolo de Montreal que prohibió los clorofluorocarbonos (CFC), y la reducción paulatina de la contaminación atmosférica global. Ambos ejemplos muestran que las decisiones internacionales coordinadas pueden revertir daños.
El informe insiste en que los límites son interdependientes: proteger un ecosistema genera beneficios en otros procesos. En este punto, América Latina juega un papel crucial. La Amazonía, considerada uno de los mayores sumideros de carbono del planeta, es determinante para regular el clima, la biodiversidad y el ciclo del agua dulce.
De allí que la región, y particularmente Colombia, tengan una responsabilidad histórica: sostener este equilibrio no solo es vital para sus comunidades, sino para la supervivencia global.
El planeta, según los científicos, ya ha traspasado siete de sus nueve fronteras críticas. La metáfora de un paciente en cuidados intensivos es una advertencia que exige acción inmediata. Los próximos años serán decisivos para evitar que esta crisis planetaria derive en cambios irreversibles.