La COP de la verdad: Lula da Silva inaugura en Belém una cumbre climática que exige hechos, no promesas
Belém se convirtió este 6 de noviembre en el escenario simbólico del regreso del mundo a la Amazonía. Allí, en medio del calor y una prensa expectante, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva inauguró la Cumbre de Líderes de la COP30 con una advertencia que marcó la jornada para las delegaciones visitantes: “La COP30 será la COP de la verdad”.
No habló de metas, sino de responsabilidad compartida. Para Lula, 2025 —año en que la ONU cumple ochenta años y el Acuerdo de París completa una década— marca un punto de inflexión: el momento de pasar de las negociaciones a la rendición de cuentas.
Desde la tierra donde hace treinta años se celebró la Cumbre de Río, el mandatario brasileño reivindicó el concepto popular de mutirão —el esfuerzo colectivo— como metáfora de la cooperación global necesaria para enfrentar el colapso climático. “La ventana de oportunidad se está cerrando rápidamente”, insistió, mientras llamaba a transformar las advertencias científicas en decisiones políticas capaces de perdurar.
Un fondo que coloca a la Amazonía en el centro de la economía mundial
La jornada inaugural dejó un anuncio que podría redefinir la diplomacia ambiental: el Fondo Bosques Tropicales para Siempre (TFFF), una iniciativa liderada por Brasil para canalizar inversiones permanentes hacia la preservación de estos ecosistemas, recibió apoyo inmediato de 53 países.
El fondo —plenamente operativo y con vocación de largo plazo— simboliza la apuesta del Sur Global por ser protagonista en la agenda forestal. Noruega comprometió 3.000 millones de dólares; Brasil e Indonesia aportarán 1.000 millones cada uno; Francia anunció 500 millones de euros, mientras Países Bajos y Portugal sumarán contribuciones adicionales a la secretaría técnica.
En palabras de Lula, se trata de una “iniciativa sin precedentes”, porque por primera vez los países que albergan la mayor biodiversidad del planeta definen las reglas del financiamiento que los afecta. El TFFF no es una promesa: es una arquitectura económica que pretende corregir décadas de subordinación en el flujo de recursos para la conservación.
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De apagar incendios a prevenirlos: un cambio de paradigma global
Más de cuarenta naciones, junto a organismos internacionales como la FAO, el PNUMA y la Organización Internacional de las Maderas Tropicales, respaldaron en Belém un llamamiento a la acción sobre la gestión integrada de incendios y la resiliencia forestal.
El documento propone abandonar el modelo de respuesta reactiva —centrado en la supresión— y avanzar hacia estrategias preventivas basadas en la ciencia, el conocimiento indígena y la cooperación tecnológica. La meta: vincular la gestión de incendios con la protección de la biodiversidad y el financiamiento sostenible a través del mismo TFFF.
Esta decisión tiene una lectura política profunda. En el epicentro de la Amazonía, donde el fuego se ha convertido en instrumento de deforestación y conflicto, la prevención deja de ser un asunto técnico para transformarse en una prioridad civilizatoria. El liderazgo indígena, la transferencia tecnológica y los sistemas de alerta temprana se mencionan como pilares de un nuevo modelo de convivencia entre humanidad y naturaleza.
La COP del Sur
Brasil ha querido imprimir en esta cumbre un espíritu distinto. Su liderazgo no busca un protagonismo solitario, sino reposicionar al Sur Global como interlocutor legítimo de un orden climático que ha sido dominado por los países industrializados.
La COP30 de Belém no solo revisa compromisos: intenta redefinir la geografía moral de la acción climática. En ella, los países amazónicos, africanos y asiáticos reclaman el derecho a decidir sobre su propia transición ecológica, sin imposiciones financieras ni tecnológicas del Norte.
Ese enfoque, subrayan los delegados latinoamericanos, no implica ruptura, sino equilibrio. El propio Lula lo resumió con una frase que condensó el espíritu del día: “No hay solución global si se excluye a quienes protegen los bosques del mundo”.
"COP de la verdad"
El primer día de la COP30 dejó un mapa de alianzas, cifras concretas y una atmósfera de exigencia hacia los gobiernos que aún miran el cambio climático como una variable de negociación. Belém, la ciudad donde el verde y el agua definen la vida cotidiana, se convirtió en un espejo de lo que está en juego: la posibilidad de que la humanidad pase de la retórica al cumplimiento real.
Los próximos días dirán si esta “COP de la verdad” logra convertir la palabra en política, y el compromiso en supervivencia. Porque, como recordó Lula ante los líderes, el tiempo ya no se mide en décadas: se mide en decisiones.
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