En la Plaza Distrital de Mercado del Doce de Octubre se conmemoró la fecha rescatando el patrimonio cultural

Al interior de la Plaza Distrital de Mercado del 12 de Octubre, los vivanderos y vivanderas organizaron actividades artísticas y culturales para conmemorar la fecha, con el sentido que reconocen en lo sucedido hace más de 530 años: el comienzo del encuentro entre civilizaciones, que tuvo un enorme impacto en la forma en que se fueron desintegrando y construyendo las diversas comunidades en el continente americano.
Este mercado fue construido entre 1946-1952 con labores realizadas por los trabajadores de la antigua Empresa Distrital de Servicios Públicos – EDIS. Desde entonces, las personas que lo organizaron, asumieron esta visión trasgresora y adelantada para la época, sobre los hechos que siguieron a la llegada de Cristóbal Colón y sus marinos a la Isla Guanahaní (en el actual territorio insular de las Bahamas).
Por tanto, la conmemoración enfocó las actividades en la recuperación de la memoria, la identidad y el fortalecimiento de la comunidad, en el contexto de su proceso de defensa de las plazas de mercado por su valor patrimonial e importancia para la articulación y desarrollo social en sus territorios.
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De acuerdo con esto, la jornada contó con juegos tradicionales, concursos y presentación de teatro. Ganadores internacionales de torneos de trompo estuvieron presentes y se priorizó la participación de los niños, “para que no se diviertan solo con pantallas” como lo afirmaron algunos de los asistentes.
Las muestras gastronómicas ocuparon un lugar central, como es característico de la Plaza del Doce, como se conoce entre los vecinos, y como en general, sucede en todas las plazas de mercado del país.
Las plazas distritales de mercado se resisten a desaparecer
Pese a que existen narrativas y algunos esfuerzos concretos sobre la protección al patrimonio que encierran las plazas de mercado, también hay múltiples amenazas que cada vez más, tienen influencia en el destino de estos espacios y de sus comunidades, al menos, en la forma en que se conocen hasta ahora.
La relación estrecha entre las plazas de mercado y la economía campesina, hace que la situación socioeconómica en el campo se vea reflejada en la distribución de sus productos. Estas plazas han sido el canal principal para que los alimentos lleguen a los hogares, por lo que las afectaciones a la producción agropecuaria, también presentan consecuencias en la comercialización.
Por otro lado, las plazas de mercado dependen institucionalmente de los gobiernos locales en los lugares donde están ubicadas, pues su naturaleza es territorial. En municipios pequeños, se suelen preservar más las condiciones de estas plazas, porque siguen prevaleciendo los vínculos directos con los hogares que compran sus productos. Sin embargo, los gobiernos locales no siempre cuentan con los recursos necesarios para preservar y promover el patrimonio.

En el caso de las grandes ciudades como Bogotá, los hábitos de consumo y los estilos de vida van cambiando la forma en que las comunidades se relacionan con las plazas. Pero, además, las instituciones no siempre juegan un papel garantista en la protección del patrimonio.
En el caso de las plazas distritales del mercado, de acuerdo con lo expresado por los vivanderos y vivanderas, las políticas públicas más recientes han generado cargas económicas que les han afectado, además de promover la desorganización y el bajo fortalecimiento de lo social – comunitario, contradiciendo los ideales que la alcaldía dice tener.
Ante esto, las comunidades han tenido que unirse y esforzarse por ser escuchados, aunque, indican que la participación es muy limitada. Sin embargo, expresaron también que el trabajo ha dado sus frutos, porque hay una mayor consciencia sobre la importancia de las plazas de mercado y se ha fortalecido el vínculo con las comunidades cercanas, que han comprendido con el tiempo, que la defensa del patrimonio de las plazas de mercado hace parte de la protección del territorio y de los derechos de sus habitantes.
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Las plazas de mercado continúan siendo fundamentales para la cohesión del tejido social y para la seguridad alimentaria
En las plazas de mercado se desarrolla la conexión rural urbana, que es fundamental entre los colombianos, que tienen sus raíces familiares y sociales en la cultura campesina. De esta forma, se preservan los valores culturales y las costumbres que están en la base de la identidad social de las personas.
La cultura de las plazas es local – tradicional, y fortalece el vínculo social – comunitario entre vecinos que están integrados a la plaza no solo por su proximidad, sino principalmente, por sus prácticas alimentarias, comunicación, conocimientos y relaciones interpersonales.
Esta conexión también permite el acceso a los alimentos frescos, pues en las plazas se comercializan productos que suelen tener procesos de transformación y de empaquetado sencillos, con solo algunas excepciones, como en el caso de los lácteos.

La comercialización de alimentos, con menor nivel de procesamiento e intermediación, tiene una importante incidencia en la economía local, en cuanto a los precios, las cantidades y la variedad de productos disponibles, que permiten tener dietas basadas en una amplia gama de opciones, lo que, a su vez, en algunos casos, puede representar una alimentación más balanceada y saludable.
Por este motivo, siguen siendo fundamentales para el abastecimiento de alimentos de las ciudades, lo que facilita las estrategias que combaten el hambre y la pobreza. En el caso de la capital, según el informe Bogotá en Cifras 2025, las plazas distritales de mercado ofertaron 2,43 toneladas de alimentos el año pasado, con un aumento con respecto a 2023 del 19%, lo que es probablemente una evidencia de que la gente está retornando a la plaza.
Las plazas de mercado tienen un enorme valor patrimonial
Las dimensiones alimentaria y social que se han mencionado, son bases para comprender el valor patrimonial de las plazas de mercado. Sin embargo, debe enfatizarse en que estas no son simplemente un lugar de intercambio de productos por dinero, como cualquier almacén o supermercado de grandes superficies, pues son lugares de encuentro entre vecinos y entre las comunidades y sus raíces.
No se trata solo de transacciones sino del compartir vivencias y conocimientos que están en la base de la cultura local, por lo que se refieren a la interioridad del ser y a su autenticidad como miembro de una comunidad. Esto explica que el patrimonio sea material e inmaterial.
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