Presidente Gustavo Petro confirma descertificación de Colombia por parte de EE. UU. en la lucha antidrogas

El presidente Gustavo Petro advirtió que la medida desconoce los sacrificios de policías, soldados y civiles en un conflicto que ha dejado miles de muertos en Colombia, mientras el problema central radica en el consumo en Estados Unidos y Europa. No habrá sanciones, según confirmó la embajada de Estados Unidos.
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Presidente Gustavo Petro.
Foto: La postura institucional en Colombia ha concebido la lucha contra las drogas como una guerra perdida, ineficaz, que lo único que ha costado es miles de vidas y costos sociales irreparables en la sociedad. / Foto: Presidencia de la República.

El presidente Gustavo Petro anunció este lunes que Estados Unidos retiró la certificación a Colombia en la lucha antidrogas, decisión que coloca al país en la lista de naciones “no cooperantes” junto a Bolivia, Birmania y Venezuela. Se trata de la primera vez que Washington descertifica a Colombia desde 1996, pese a ser el mayor productor mundial de cocaína y principal aliado estratégico en la región.

“Los Estados Unidos nos descertifican después de decenas de muertos, de policías, de soldados, de gente del común, tratando de impedir que les llegue la cocaína”, afirmó el mandatario en una alocución transmitida durante el consejo de ministros programado para este lunes. Con esa frase resumió lo que para su gobierno constituye una medida injusta que ignora el costo humano que ha dejado durante décadas la guerra contra las drogas en Colombia.

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Para algunos analistas, esta decisión por parte del gobierno Trump tiene un matiz estrictamente político, pues este tipo de medidas no se toman contra países que contribuyen significativamente a tráfico de cocaína en el mundo, como es el caso de Ecuador, donde se han registrado el 30 % de incautaciones en contenedores de carga, según un informe reciente de la Organización Mundial de Aduanas (OMA). La alianza política entre los dos países haría que la administración Trump ignorara a propósito la escandalosa cifra.

Las referencias de Washington son discutibles según cifras de Mindefensa

El comunicado de la Casa Blanca sostiene que Colombia “ha fallado de manera demostrable” en los últimos doce meses al no cumplir con sus "obligaciones internacionales". Washington argumenta que los cultivos de coca han alcanzado unas 253.000 hectáreas y que la producción supera las 2.600 toneladas de cocaína anuales, según el último balance de Naciones Unidas.

El presidente Donald Trump condicionó un eventual cambio en la designación a la adopción de medidas “más agresivas” contra los grupos de narcotráfico. Desde Bogotá, el Ministerio de Defensa sostiene que las cifras oficiales muestran lo contrario: en lo corrido de 2025 se han decomisado más de 700 toneladas de cocaína y se han destruido 4.570 laboratorios clandestinos, la cifra más alta registrada en la historia reciente.

"A los que hay que descertificar es al Gobierno de los Estados Unidos. ¿Qué ha hecho para frenar el consumo de fentanilo y de cocaína?", expresó el presidente Petro. Afirmando que el consumo de sustancias en este país es producto de una sociedad codiciosa que tiene a su población "entristecida y rutinaria" e intentando escapar de su país.

La cocaína es la droga del capitalismo: presidente Petro

En su mensaje, el presidente Petro profundizó en las raíces estructurales del problema. Recordó que la coca, en su uso ancestral indígena, no produce cocaína y que fue un invento europeo ligado a la explotación laboral en la época colonial. “La cocaína es la droga del capitalismo, por eso la consumen en Estados Unidos, Europa y las sociedades donde se impone la tesis de que si no trabajas no sobrevives y que tienes que ganarle a tus competidores”, señaló.

El jefe de Estado insistió en que los campesinos colombianos no son los principales responsables del narcotráfico y que el foco debe estar en los mercados de consumo. “Todo lo que hacemos realmente no tiene que ver con el pueblo colombiano, incluso se afecta al pueblo colombiano de una u otra manera; es para impedirle a la sociedad norteamericana que no se embadurne más las narices”, dijo.

"Nosotros no vamos a estar bajo chantaje"

La descertificación revive un fantasma de la década de 1990, cuando el gobierno de Ernesto Samper enfrentó una medida similar en medio del escándalo por los aportes del cartel de Cali a su campaña. Desde entonces, Colombia había mantenido su condición de aliado estratégico y recibió más de 10.000 millones de dólares en cooperación bajo el Plan Colombia y otros programas entre 2000 y 2018.

Hoy, sin embargo, las relaciones atraviesan uno de sus puntos más bajos. El Gobierno del presidente Petro ha cuestionado abiertamente el despliegue militar de EE. UU. en el Caribe, que ya deja dos embarcaciones venezolanas destruidas y catorce muertos bajo la acusación de narcotráfico. Para el mandatario, esas operaciones constituyen una afrenta a la soberanía regional y confirman que la estrategia de militarización no resuelve el problema de fondo. Por esa razón, frente a la aclaración de que no se iban a reducir recursos, el mandatario rechazó esa afirmación diciendo que no iba a ceder a chantajes y que primero deben dejar de matar latinoamericanos en el Caribe.

La postura institucional en Colombia ha concebido la lucha contra las drogas como una guerra perdida, ineficaz, que lo único que ha costado es miles de vidas y costos sociales irreparables en la sociedad. Una hipótesis que es ampliamente aceptada en escenarios multilaterales y académicos que dan cuenta de que la lucha contra las drogas debe tomar otro enfoque que reduzca la desigualdad en el área rural dispersa, trate el consumo desde una perspectiva de salud pública y combata el crimen organizado y no a los cultivadores que usan el cultivo como forma de subsistencia.

¿Cuáles podrían ser las implicaciones para Colombia?

A pesar de esa clasificación, Estados Unidos invocó “razones de interés nacional vital” para mantener la cooperación bilateral y no aplicar sanciones adversas que pudieran afectar a la Fuerza Pública, la economía o la sociedad colombiana. "La descertificación no implica sanciones, sale sin sanciones. [...] Los EE. UU. han dicho que todo lo que hemos hecho no sirve, incluidos los 13 policías muertos en Amalfi", declaró el presidente Petro.

Además, el presidente invocó el principio de soberanía para deslindar a Colombia de una compleja dependencia de dichos recursos para garantizar la seguridad nacional. "Estados Unidos deja de obligarnos a ir de la sustitución voluntaria a la forzada, se acabó eso, no más policías muertos, ya veremos cómo lo hacemos. Se acaba la dependencia del Ejército de Colombia del armamento de Estados Unidos, no más limosnas ni regalos. Al Ejército de Colombia le va mejor si compra sus armas o las hace con recursos propios. La Policía deja de comprar pistolas Glock, como con la que mataron al senador Miguel Uribe", expresó el mandatario.

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La guerra contra las drogas ha fracasado

Colombia ha logrado llevar esta discusión a escenarios multilateriales. El 14 de marzo de este año, la delegación colombiana encabezó el trámite de una resolución que fue presentada en la 68 Comisión de Estupefacientes en Viena que llevaba como título 'Fortalecimiento del sistema mundial de fiscalización de drogas: vías para la aplicación eficaz', en la cual se reconoció el fracaso de la guerra contra las drogas y se invocaron medidas de salud pública para combatir este flagelo.

Colombia no está sola en esta causa, son cada vez más los países del mundo que han entendido que este escenario no cambia en tanto no se implementen políticas sociales que mejoren las condiciones de vidas para los territorios más pobres. Su postura está amparada en un largo listado de víctimas de un conflicto brutal que instauró la violencia como forma de vida. "Hay un millón de latinoamericanos asesinados desde que Nixon decretó la guerra contra las drogas cuando es un problema de salud pública", dijo el Presidente, al mismo tiempo que impartió la orden a los ministros de salud y de justicia de implementar un modelo de salud pública para manejar este flagelo en territorio colombiano.

La industria de las armas, la industria química detrás del glifosato, y las grandes empresas criminales de la cocaína han sido los grandes ganadores en una guerra infructuosa que ha bañado a Colombia en sangre.