“El que tira las bombas en Gaza es el mismo poder que tira los misiles en América Latina”: presidente Petro en la ONU

El presidente Gustavo Petro señaló ante Naciones Unidas que haber sido descertificado por Estados Unidos por frenar el glifosato es un ataque a la soberanía democrática y un símbolo de una política internacional fallida.
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Presidente Petro.
Foto: El mandatario advirtió que el mundo está al borde del colapso climático. Recordó que la Amazonía, epicentro de la próxima COP30, enfrenta un punto de no retorno. / Foto: Presidencia de la República.

Desde Nueva York, en el marco de la 80ª Asamblea General de Naciones Unidas, el presidente Gustavo Petro denunció que llega a la cita global con el sello de “presidente descertificado por un gobierno extranjero”. La afirmación fue acompañada de una pregunta que lanzó a la comunidad internacional: “¿Con qué derecho del derecho internacional puede un presidente de un gobierno extranjero descertificar a otro que fue elegido por su propio pueblo? ¿Eso es democracia o el comienzo de la barbarie?”.

El mandatario explicó que la sanción de Washington no responde a un criterio científico ni jurídico, sino a otros criterios que tienen que ver con la injerencia de Estados Unidos en América Latina y el dominio sobre los gobiernos. Para el jefe de Estado, el mecanismo de descertificación se ha convertido en un instrumento de presión política y de control sobre los países del sur, más que en una herramienta de cooperación internacional.

“Porque yo dije que no caía una gota de veneno más sobre nuestros seres humanos pobres, ni sobre nuestra agua, es que soy un presidente descertificado”, aseguró, evidenciando lo que significa para la región acoger el mandato estadounidense de Guerra contra las Drogas aún sobre el bienestar y la vida de su propia gente.

La política de drogas y sus “fetiches”

El mandatario sostuvo que la política global contra las drogas ha puesto el foco en las sustancias y no en las personas. Criticó que Naciones Unidas clasifique qué es “veneno” y qué no, sin tener en cuenta criterios científicos, sino de geopolítica. “El alcohol no fue declarado entre esas sustancias porque es producido en el norte, no en el sur”, subrayó.

En su intervención, recordó que miles de jóvenes han muerto en Colombia, no solo por los enfrentamientos con mafias, sino también por las operaciones militares derivadas de esa política. Para explicar el trasfondo, recurrió a la figura de Karl Marx: “La culpa no la tienen las cosas inertes, como el petróleo, el carbón u otros venenos, sino seres humanos de poder, a los cuales la codicia les ha ganado el corazón”.

Con estos argumentos, el mandatario insistió en que la guerra contra las drogas nunca ha sido contra los grandes capos, sino contra los pobres.

De la descertificación a la guerra en Gaza

El presidente amplió el alcance de su denuncia y vinculó la política de drogas con otras crisis globales: la guerra en Gaza, la migración forzada y el cambio climático. “La política de drogas está ligada al genocidio en Gaza, está ligada a la nueva política de migración y al fracaso actual de la crisis climática”, afirmó.

Según lo expresó, existe un mismo poder económico y militar detrás de estos fenómenos, un poder que defiende intereses de codicia frente a la vida humana. “El que tira las bombas en Gaza es el mismo poder que tira los misiles en América Latina”, señaló.

El colapso climático en el horizonte

El mandatario advirtió que el mundo está al borde del colapso climático. Recordó que la Amazonía, epicentro de la próxima COP30, enfrenta un punto de no retorno. “Si la selva amazónica no se salva, no se salva la humanidad”, sentenció.

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Para el Presidente, el error histórico de Naciones Unidas ha sido confiar en el mercado para resolver la crisis climática. “No hay capitalismo verde. Si lo fósil genera más productividad, el capital invertirá en lo fósil, a menos que alguien se lo prohíba, y ese poder mundial se llama humanidad regulando el capital”, declaró.

"No hay otra opción que una revolución de los pueblos"

El jefe de Estado cerró su discurso con un llamado a una transformación global en la que los pueblos ejerzan el poder frente al capital. “Tenemos diez años para cambiar el mundo, no hay otra opción que una revolución de los pueblos en Europa, en Estados Unidos, en América Latina, en África y en el mundo árabe”, afirmó.

Reiteró que, como presidente descertificado, se rebela ante la barbarie de un sistema que condena al sur, alimenta guerras como la de Gaza y posterga la solución de la crisis climática. El mensaje final estuvo marcado por la proyección hacia la COP30 en Belém do Pará, donde Colombia llevará la discusión sobre la Amazonía como patrimonio de la humanidad.


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