“El mismo que quiere matar a mis nietas y a mi hija en Francia es el que dio el dinero para asesinar al senador Miguel Uribe Turbay”: presidente Petro

En medio de la firma del Pacto Territorial Cauca, un acuerdo histórico que moviliza billones de pesos en inversión social, el presidente Gustavo Petro relató una amenaza que enfrenta su núcleo más íntimo: su hija y sus nietas, residentes en Marsella, Francia, quienes han sido declaradas como objetivo por mafias internacionales. “Las quieren matar porque yo soy el presidente que más cocaína ha incautado en Colombia en toda su historia”, afirmó. La frase no solo revelaba un riesgo personal, sino la magnitud de la confrontación con redes criminales que trascienden fronteras.
El mandatario enlazó esa amenaza con uno de los hechos más graves de la política reciente: el asesinato del senador Miguel Uribe Turbay. “Es muy probable que ese mismo que quiere matar a mis nietas y a mi hija en Marsella, Francia, es el mismo que dio el dinero para asesinar al senador Miguel Uribe Turbay”, dijo. Y agregó: “No es por el discurso de Petro que mataron a Uribe Turbay. Eso, señores parlamentarios de derechas, es una sinrazón, o los engañaron o no saben leer”. Para el jefe de Estado, los indicios no dejan dudas: “Al señor Miguel Uribe Turbay, según los indicios encontrados hasta ahora, lo mató la mafia. Y esa mafia vive en Europa, no vive en Colombia”.
#PactoTerritorialCauca 🌱🕊️| "Yo soy el presidente que más cocaína ha incautado en Colombia en toda su historia (...) la extrema derecha que les llega a sus oficinas es la que está aliada al narcotráfico en Colombia" Presidente @petrogustavo en la firma del Pacto por el Cauca. pic.twitter.com/PQv1r3Yyo0
— RTVC Noticias (@RTVCnoticias) September 11, 2025
Marset y el socio colombiano de los 15 sicariatos
En su discurso, el mandatario nombró a Sebastián Marset, el narcotraficante uruguayo acusado de planear el asesinato del fiscal paraguayo Marcelo Pecci en las playas de Barú, localidad de Cartagena de Indias. Lo presentó como uno de los capos que hoy articulan la violencia transnacional con crímenes en Colombia: “Está allá en Europa. Mató al fiscal Pecci de Paraguay y está aliado a un señor que ya lleva 15 sicariatos en Bogotá por una guerra de esmeraldas que compran en Europa”.
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Ese aliado que refirió el Presidente es Julio Lozano Pirateque, señalado en diferentes investigaciones como socio de Marset y pieza central de la Junta del Narcotráfico. Lozano ya pagó condena en Estados Unidos por narcotráfico, pero volvió a escena en Colombia vinculado con una serie de asesinatos de esmeralderos en Bogotá. Entre las víctimas figuran nombres de peso en el negocio, como Hernando Sánchez Sierra y su socio Juan Sebastián Aguilar, alias Pedro Pechuga, ambos ultimados bajo el mismo modus operandi de francotiradores. Estos crímenes, que evocan la “guerra verde” de los años noventa, reflejan la disputa por bienes ilícitos y fortunas que Lozano reclama como propios dentro de la federación mafiosa.
La Junta del Narcotráfico: un poder global con asiento en Dubái
Las presuntas amenazas a la hija y las nietas del Presidente en Marsella y los homicidios en Bogotá son hechos que tienen un mismo origen, la llamada Junta del Narcotráfico, una federación criminal que operaría como el mayor poder mafioso de la historia reciente. Con base financiera en Dubái, la Junta articula capos internacionales, operadores colombianos y redes criminales en Suramérica y Europa.
A diferencia de los viejos carteles, no tiene un jefe único, sino una mesa de poder flexible que maneja rutas de cocaína hacia Europa, manipula procesos judiciales en Colombia, infiltra instituciones y financia campañas políticas. En este engranaje, Marset y Lozano representan la alianza entre el crimen global y la violencia local. Según el presidente, es esta federación la que ha ordenado el asesinato de Miguel Uribe Turbay, ha amenazado a su familia y ha intentado condicionar la vida política del país.
La dimensión transnacional de la Junta ha sido documentada en Noches de Opinión, programa periodístico de Señal Colombia. Por una parte, se habla de una retoma de poder por parte de Lozano Pirateque que incluye asesinatos selectivos para recuperar dinero y propiedades de sus testaferros. Por otro lado, se ha mencionado los alcances de las mafias de la junta que vincula nacionalidades europeas y latinoamericanas.
Ecuador, por ejemplo, se ha convertido en corredor privilegiado para la cocaína que dominan estos grupos poderosos, con puertos como Guayaquil y Posorja donde, entre 2023 y 2024, se originó el 30 % de las incautaciones mundiales de cocaína en contenedores marítimos, según la Organización Mundial de Aduanas. A pesar de este escenario evidente, Estados Unidos se ha ensañado contra Venezuela, rodeando militarmente el país con el pretexto del narcotráfico cuando por el Pacífico siguen saliendo toneladas de droga con poca resistencia de autoridades locales y estadounidenses.
El presidente Petro lo resumió en Timbío con una frase contundente: “La extrema derecha europea se alía con los narcotraficantes latinoamericanos que viven allá y que están matando la gente en Colombia”.
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El pacto como respuesta: dignidad frente a las mafias
El telón de fondo de estas denuncias fue la firma del Pacto Territorial Cauca, un acuerdo que compromete $27,4 billones de pesos en proyectos de infraestructura, educación, salud, agua potable, vivienda y desarrollo productivo para más de 1,5 millones de personas. Carreteras como el corredor Popayán–Guapi y el Anillo Vial del Macizo, universidades en Guapi y el Macizo, hospitales y distritos agroindustriales forman parte de una apuesta que busca transformar la región.
Pero el pacto no es solo inversión: es una estrategia de confrontación. Busca arrebatarle a las mafias el dominio territorial y ofrecer alternativas sociales allí donde por décadas reinó la economía ilegal. El presidente lo presentó como parte de un viraje en la política antidrogas: abandonar la persecución contra campesinos y consumidores, avanzar hacia la regulación desde la salud pública, y enfocar el combate en las grandes estructuras financieras del crimen.
Ese cambio de paradigma —perseguir a los poderosos narcos y no a los más pobres— es lo que, en palabras del mandatario, ha convertido a él y a su familia en blanco de la Junta del Narcotráfico. Timbío dejó una imagen clara: un departamento que se debate entre el poder global de las mafias y la posibilidad de sembrar dignidad para cosechar paz.
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